LA NOCHE DE LOS MUERTOS VIVIENTES
Estaba demasiado cerca y demasiado lejos, cerca de la gélida mano que la aguardaba y lejos de todo a lo que llamaba felicidad.
No era una noche demasiado oscura, solo lo suficiente como para no poder ver su rostro. La luna brillaba como pidiendo, en silenciosos gritos, escapar de su esponjosa cárcel.
Solo tardó un segundo, un segundo eterno que se quedaría por siempre detenido en el infinito sin dejar pasar el tiempo, como si en ese momento se hubiera acabado el mundo, así fue, su mundo estaba completamente acabado.
Estaba demasiado cerca y demasiado lejos, cerca de la gélida mano que la aguardaba y lejos de todo a lo que llamaba felicidad.
No era una noche demasiado oscura, solo lo suficiente como para no poder ver su rostro. La luna brillaba como pidiendo, en silenciosos gritos, escapar de su esponjosa cárcel.
Solo tardó un segundo, un segundo eterno que se quedaría por siempre detenido en el infinito sin dejar pasar el tiempo, como si en ese momento se hubiera acabado el mundo, así fue, su mundo estaba completamente acabado.